17.10.05

Carta de un inmigrante africano a la sociedad española

Bashige Michel
Rebelión
Señoras y señores de la sociedad española, las palabras no sabrían transmitir lo que siento en este momento en el que me han obligado ¡a la fuerza a volver desde donde he venido! No me ha dado tiempo a decirles lo que me ha empujado a emprender este largo y penoso viaje durante el cual han muerto muchos de mis compañeros de infortunio. Pensaba contárselo en persona, una persona que muestra sobre sí los rastros de los malos tratos y de los sufrimientos de un pueblo oprimido y explotado. Pero este muro que ha sido levantado entre ustedes y yo, hace imposible cualquier encuentro verdaderamente humano entre nosotros y nos obliga a mirarnos desde lejos como el perro y el gato, aunque todos somos ciudadanos del mismo mundo. Dado que no podemos ya hablarnos, permítanme mirarles a los ojos, a través de este muro de separación en forma de alambrada, que ahora separa África de Europa y simboliza la falsedad de la relación que han creado nuestros gobernantes entre el norte y el sur. Este muro de separación, esta alambrada, refleja esta falsa relación en la que las materias primas que vienen del sur y los productos acabados del norte, entre ellos las armas, pueden circular, pero no los hombres. Ha sido totalmente imposible encontrarnos como verdaderos hermanos y hermanas.

Por ello, lean en mis ojos, señoras y señores, el sufrimiento y el dolor que llega de nuestras tierras en las que las multinaciones siembran la muerte y el desarraigo y quieren crear un campo de ruinas en el que sólo haya materias primas, bosques y animales salvajes, para el placer de los turistas. Es el único medio que me queda para que sepan todo lo que sufrimos en África y las causas que producen dichos sufrimientos. Ya sé que los medios de comunicación quizás no se harán eco de mi voz, ni los políticos hablarán en sus reuniones sobre los derechos humanos, porque en el fondo, mi vida como la de todos los pobres del mundo, no cuenta para ellos. ¡Nos sacrifican sin escrúpulos ni vergüenza!
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